En 1831, Alexis de Tocqueville se embarca con su amigo y compañero de la carrera judicial, Gustave de Beaumont, hacia los Estados Unidos. Sus experiencias le permiten asistir al proceso de colonización estadounidense. Tocqueville presenta un retrato en el que se entrelaza el proceso de construcción de la sociedad estadounidense con la inexorable destrucción, tanto del entorno natural como de las tribus indias que lo habitaban. Trata temas radicalmente contemporáneos, como la preocupación tan actual por la fragilidad de la naturaleza y la enorme capacidad del ser humano para transformar su entorno.